sábado, 14 de abril de 2012

Angustia.

[...] Se enroscó en el colchón, cerró los ojos, y durante varios días no volvió a abrirlos sino lo indispensable tratando de pensar con claridad. No es que no pudiera dormir ocho horas seguidas sino que dormía apenas media hora, y al despertar se encontraba otra vez con la angustia que le acechaba en la realidad. Era un miedo permanente: la sensación física de un cordón templado en el estómago, siempre a punto de reventarse para volverse pánico.

Noticia de un secuestro.1996. Gabriel García Márquez.

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